Hoy día es un pequeño remanso de paz por el que apetece pasear y tomar el fresco. Nada que ver con el poso de pasado belicoso que conserva. Hace casi mil años tuvo lugar por estas tierras una contienda que acabó con las esperanzas del ejército de Castilla, que sucumbió ante el poder almorávide de la Península en una de las batallas más cruentas de la Edad Media. Viajamos hasta Sagrajas.
La batalla de Sagrajas
Hacemos memoria. La situación de los árabes en territorio andalusí no era nada prometedora en 1085, pues el rey Alfonso VI de Castilla había tomado Toledo, lo que alarmó a los reyes de algunas taifas españolas, que solicitaron la ayuda militar de los almorávides, una secta de fundamentalistas islámicos que se expandieron desde la actual Mauritania a principios del siglo XI.
Un poderoso ejército, al mando de Yusuf ibn Tasufin, fundador de Marrakech, desembarcó en Algeciras el 30 de julio de 1086. El monarca castellano-leonés salió a su encuentro, abandonado el asedio de Zaragoza. El árabe marchó con su ejército al mando de 7.000 hombres al norte de Al-Andalus hasta llegar a Badajoz, camino de Toledo. Llegó a conformarse de 30.000 efectivos por el camino.
La batalla tuvo lugar en Sagrajas, a unos ocho kilómetros al norte de Badajoz. El viernes 23 de octubre, la vanguardia castellana, al manos de Alvar Fáñez, atacó, sorprendiendo al enemigo. Parece que el objetivo inicial cristiano eran las tiendas donde se suponía que se encontraba el propio Yusuf. Pero el líder almorávide había cambiado su posición durante la noche, salvando así su vida, y cambiando el curso de la batalla.
Tal táctica resultó efectiva, pues los cristianos, haciendo retroceder a las tropas andalusíes, lograron penetrar en su campamento y comenzaron a capturar prisioneros y botín de todo tipo. Los musulmanes, a pesar del esfuerzo, fueron derrotados y muchos de ellos huyeron en dirección a Badajoz. Las fuerzas de Alvar Fáñez causaron entonces una enorme carnicería entre las tropas en desbandada. Pero habían roto su línea y se habían alejado demasiado de su base de partida. Era el momento que el líder almorávide estaba esperando.

Ya al atardecer, Yusuf logró realizar una maniobra de flanqueo para rodear a las tropas de Alfonso VI, y atacar su campamento. A las tropas castellanas les entró el pánico, al sentirse cercadas, y aunque mantenían la iniciativa en la lucha cuerpo a cuerpo, comenzaron a perder terreno. La tercera división, la infantería nubia, enrió en loza, atacando directamente al centro cristiano.
Alfonso, ante el peligro de envolvimiento que aniquilase a su ejército, ordenó romper el contacto y comenzar una retirada escalonada. Muy pronto, dicha retirada se convirtió en una desbandada. El propio Alfonso, con una grave herida en una pierna, huyó con 300 caballeros a lo largo de 125 kilómetros durante el día siguiente, hasta refugiarse en Coria para, con posterioridad, dirigirse a Toledo.
Las bajas de Alfonso fueron enormes (más de 59.500 muertos según las fuentes musulmanas) También hubo importantes bajas en el bando musulmán. Yusuf tuvo que volver prematuramente a África, debido a problemas internos, y no pudo explotar su victoria, por lo que Castilla no perdió mucho territorio, a pesar de la destrucción de la mayor parte de su ejército.
La localidad de Sagrajas, como tal la conocemos en la actualidad, fue creada durante la dictadura de Francisco Franco bajo el llamado Plan Badajoz, destinado a dotar a la agricultura pacense de un sistema mejorado de electrificación, riego, y proceso de fabricación, transformación y comercialización de de productos agrarios. De manera oficial, esta pedanía situada a diez kilómetros de Badajoz cobró vida a la una de la tarde del 12 de mayo de 1957, cuando llegó el primer matrimonio colono. En los días sucesivos se fueron instalando en el pueblo otras 13 familias.
El Instituto de Colonización cedió a cada familia una yunta de vacas coloradas, una yegua serrana y una vaca suiza de leche. También se les entregó una casa de unos 60 metros cuadrados con un amplio corral que tenía una cuadra para el ganado y otra dependencia para el grano y la paja, así como una parcela cercana de entre cuatro y seis hectáreas.

Con una economía basada principalmente en la agricultura y ganadería, lo más destacado para visitar en Sagrajas es la iglesia parroquial católica bajo la advocación de La Asunción de Nuestra Señora. En Sagrajas las calles son anchas, los niños y los viejos van en bicicleta, no hay atascos, el suelo está limpio y no se ven pintadas.
La provincia de Badajoz cuenta con otras pequeñas poblaciones que, pese a lo escaso de su población, han pasado a la historia por diversos acontecimientos. Uno de ellos es Puerto Hurraco, que forma parte de la memoria colectiva más reciente de nuestro país por la tragedia acaecida el 26 de agosto de 1990, cuando los hermanos Emilio y Antonio Izquierdo irrumpieron con alevosía y nocturnidad en la única calle del pueblo y, ataviados con escopetas de caza, dejaron a su paso nueve cadáveres por una disputa entre familias.

Cómo llegar: Está situado a 10 kilómetros de la ciudad de Badajoz por la carretera autonómica EX-209 de Badajoz a Mérida por Montijo.
Dónde dormir: Ascarza Hoteles; Av. Castillo Puebla de Alcocer, 28; 06006 Badajoz; teléfono: 924286370.
Dónde comer: Rincón de María; Calle de Nuestra Señora de Guadalupe, 18; 06181 Sagrajas (Badajoz); teléfono: 924430445.