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Son pocos los casos en los que el cristianismo adosó iglesias a monumentos megalíticos. Uno de ellos es el de la iglesia vizcaína de San Miguel de Arrechinaga, sita en el municipio de Markina-Xemein. Se trata de una ermita el siglo XVIII construida sobre otra anterior y que acoge tres enormes piedras que se sujetan entre ellas. En el centro se forma un espacio a modo de pequeña capilla que guarda una talla del arcángel San Miguel. Es un lugar de culto desde tiempos que se pierden en la memoria.

¿Por qué la primitiva ermita se edificó en torno a las piedras? La sorpresa que recibe el visitante al cruzar al entrada es inmediata. Debe ser la única iglesia en el mundo en la que unas piedras, y encima tan enorme, son las protagonistas absolutas. La actual ermita de planta hexagonal evidencia que se edificó así con el propósito de albergar las piedras cómodamente y para que se pudiera deambular a su alrededor.

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Ermita de San Miguel de Arrechinaga (Vizcaya)

Las opiniones sobre el origen de la ermita se pierden, como ocurre con tantos otros lugares por falta de documentación, pero la mayor parte de los investigadores se inclinan a creer que el culto a la curiosa formación rocosa se remonta a miles de años y que ya en la Alta Edad Media pudo ser lugar de oración y retiro de ermitaños.

Estas rocas pudieron ser objeto de culto en la Prehistoria que posteriormente la Iglesia cristianizó. En el caso de España el más conocido quizás sea el dolmen de Santa Cruz, en Cangas de Onís (Asturias), sobre el que se construyó una ermita en el siglo V de nuestra era, reconstruida 300 años más tarde (737) por el Rey Favila para custodiar la Cruz de la Victoria. La ermita que hoy conocemos fue construida en el siglo XVIII, sobre los restos de otra más antigua erigida en los siglos XI o XII.

A finales del siglo XIX la polémica envolvió al supuesto carácter megalítico de la ermita de San Miguel de Arrechinaga. Una gran parte los historiadores lo considera así, pero otra buena parte prefiere no opinar sobre el tema o considera que la disposición de las piedras que cubren el altar se debe a la acción de la naturaleza. El balance indica que son más los que consideraron San Miguel de Arrechinaga un monumento megalítico que los que tomaron como natural la disposición de las piedras que cubrían el altar de la ermita o santuario.

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Altar de San Miguel de Arrechinaga./mywayofsantiago.blogspot.com.

Los ritos y tradiciones que envuelven al lugar son variopintas. Pío Baroja cuenta la leyenda de que los solteros que pasan por el hueco que hay debajo de las tres grandes piedras se casan dentro del término del año. Por su parte, Humboldt en su viaje de 1801 recogió las tradiciones orales que asignaban un carácter milagroso a las citadas piedras, cuyo contacto directo permitía curar enfermedades. José Amador de los Ríos concluía que “nos sentimos por cierto muy inclinados a creer que las tres piedras de San Miguel de Arrechinaga formaron en realidad una construcción megalítica, ajena del pueblo celta”.

Para Antonio Trueba es un santuario, es decir, un lugar al que se retira un penitente con vocación de santidad que adapta el lugar como altar en el que realizar sus oraciones y que, con el tiempo, se convertirá en ermita. Por tanto tiene valor monumental y artístico, pero la disposición de la piedras que constituyen el soporte es puramente natural.

La antigüedad del monumento Trueba la remonta a un periodo comprendido entre los siglos XI y XIV. Wilhelm Baer, autor de una interesante obra sobre el hombre prehistórico, hace una referencia a San Miguel de Arrechinaga como ejemplo de transformación de un dolmen pagano en un templo cristiano. Si el viajero histórico siente predilección por más piedras de remoto pasado, le recomendamos la visita a la no muy lejana Aralar.

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Dónde dormir: Caserío Amamaneuka; Ubilla-Urberuaga, 21; Markina-Xemein (Vizcaya); teléfono: 630805011; analejardi@hotmail.com.

Dónde comer: Pitis; Karmengo kalea, 18; Markina-Xemein (Vizcaya); teléfono: 946166087.

En San Miguel de Arrechinaga se mezcla la historia con lo sagrado. Y de rutas sagradas por la Península Ibérica hablan en el programa radiofónico Ágora Historia la investigadora Esther de Aragón y Sebastián Vázquez. De otros muchos lugares con historia además.


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