Desde un enclave del siglo XI a.C. a la convulsa Cataluña de principios del siglo XII, entre otros. La evolución y legado de todo este paso del tiempo lo podrá comprobar el viajero de motu propio que realice la ruta de las Portes del Montseny en busca de la huella que dejó el bandolero más popular que habitó por estas tierras, Joan Sala, Serrallonga.
El itinerario, que comprende doce municipios (Aiguafreda, Balenyà-Hostalets, El Brull, Centelles, Malla, Muntanyola, Sant Martí de Centelles, Santa Eulàlia de Riuprimer, Seva, Taradell, Tona i Viladrau) concluye en la masía donde nació y que recuerda su figura.
Durante los siglos XVI y XVII el Montseny fue tierra de bandoleros. Serrallonga se alzó como uno de los males de cabeza del rey Felipe IV. Nacido el 23 de abril de 1594, fue denunciado por pequeños robos y matar a su delator, por lo que huyó a las montañas de las Guilleries, el Montseny y el Collsacabra, que le sirvieron de escondite.
En su vida de fugitivo, contó con la ayuda de muchas personas de las masías de la zona. Pero en 1633 fue traicionado y capturado cerca de Agustín de Santa Coloma de Farners. El 8 de enero de 1634 fue ejecutado. Tras su muerte, Serrallonga se convirtió en un mito popular y aún ahora es la leyenda más popular de las Guilleries.
Restos prehistóricos, iberos y romanos han sido hallados en el yacimiento del Camp de les Lloses, una de las primeras paradas de la ruta, cuyo centro de interpretación es visitable.

En El Brull se ubica la fortificación ibera del Turó del Montgrós, construida en 1100 a.C. Consta de una imponente muralla de seis metros de altura y cerca de 150 metros de longitud, parcialmente excavada. Sirvió también para controlar las vías naturales de acceso a la Plana de Vic.
El viajero se detiene ahora en el castillo dels Centelles, localizado en el municipio de Sant Martí de Centelles. Todavía conserva un buen conjunto de murallas altas, una capilla románica y restos de edificaciones en dos planos diferentes: el castillo superior y el castillo inferior. Es una joya de la arquitectura medieval y fue una de las residencias del rey Pere IV.
Llegamos a Viladrau, que alberga la casa natal de Serrallonga. Su visita nos descubre una masa del siglo XVI. Resultan curiosas sus cuatro caras, cada una totalmente diferente dependiendo desde donde mire el viajero: la casa de payés, la fortificación, casa de campo acomodada y La Sala o casa señorial.
El viajero puede acercarse asimismo hasta el pueblo de Montseny. Resulta de interés el mirador de l’Estela, que acoge un menhir megalítico de unos 5.000 años de antigüedad.

El Montseny es cuna de generales y bandoleros, tumba de guerrilleros, nido de brujas y sanadoras, escondite de dragones, mujeres de agua, diablos y fantasmas… en el Montseny se confunden la vida, la leyenda y la historia en sus más de 30.000 hectáreas de parque natural. A caballo entre Gerona y Barcelona, es el pulmón verde del prelitoral catalán, un paraíso para los amantes de la naturaleza.
Originario de Sant Hilari Sacalm era el general Josep Moragues, militar que luchó contra los Borbones en la guerra de Sucesión y que fue decapitado.
Tierra de bandoleros fue también Jauja, un pueblo de apenas un millar de habitantes situado en la frontera entre Córdoba y Sevilla que poco o nada se diferencia de cualquier otro de Andalucía.

Dónde dormir: Balneario Codina; Carretera de Manresa 59; 08551; Tona (Barcelona); teléfono: 938870314.
Dónde comer: Restaurante Salvador Casaseca; Carr. Vic, 4; 17406 Viladrau (Barcelona); teléfono: 938849264.