Madrid. La capital de España vive en la calle y se muestra abierta, dinámica para ofrecer al viajero un pasado repleto de historia y patrimonio. Capital cultural gracias a su formidable colección de museos, es sede de los monumentos vinculados a la Corona de España, por citar solo un ejemplo. Pero Madrid y toda la comunidad autónoma es mucho más. Esta es la primera parte de los diez sitios con más historia de Madrid.
El Escorial, su biblioteca y la silla de Felipe II
Edificado por Felipe II como perdurable expresión de su persona y de la monarquía divina que creía encarnar, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, emplazado al pie del monte Abantos, en la sierra de Guadarrama, es un complejo multifuncional que es a su vez panteón, basílica, convento, colegio, biblioteca y palacio. Solo tiene paralelos en las ciudades palaciegas de los monarcas del Antiguo Oriente o Egipto.
El Escorial, construido entre 1563 y 1586 para conmemorar la victoria de las tropas españolas en la batalla de San Quintín en 1557, es un edificio contradictorio: parece muy racional, pero es una construcción mágica que intenta reproducir el Templo de Salomón en su calidad de condensador de fuerzas divinas en las que creían tanto Felipe II como su arquitecto Juan de Herrera.
El edificio en sí es un todo inmenso. De planta rectangular, tiene unas dimensiones de 207 metros de largo por 161 de ancho. Así, que en una visita lo mejor es atender a unos cuantos detalles: el patio de los Reyes, la Bóveda Plana (entre el patio y la iglesia), la biblioteca, la iglesia y, sobre todo, el Panteón Real.
En el palacio de Felipe II se debe reparar en las austeras estancias, sobre todo el cuarto que comunica con el altar de la basílica para que el rey asistiera a misa desde la cama cuando estaba enfermo de gota. En el fastuoso Panteón hay que bajar a la cripta, que tiene 26 sepulcros de mármol que contienen los restos de los reyes y reinas de las casas de Austria y Borbón (excepto Felipe V y Fernando VI). Incluye los de Juan III, que nunca llegó a reinar.
Con anaqueles de maderas nobles, conserva libros de indudable valor: 4.000 manuscritos árabes, 580 griegos, 72 hebreos, más de 2.000 latinos y más de 40.000 libros impresos. La Biblioteca del Escorial alberga auténticos tesoros de la historia de la literatura, entre los que sobresalen las Etimologías u Orígenes (siglo IX), de Isidoro de Sevilla; el Itinerario (siglo VII), del emperador Antonino; los Comentarios al Apocalipsis (siglo IX), del Beato de Liébana; las Cantigas de Santa María (siglo XIII), de Alfonso X el Sabio; el Códice áureo; la Cosmografía (siglo XV), de Tolomeo; el Devocionario, de Isabel la Católica, y muchos otros más que el viajero inquieto tenga intención de descubrir….
La Biblioteca del Escorial, la primera pública de España, se formó, en su origen, con 4.000 volúmenes de la biblioteca personal de Felipe II. En 1576 recibió la donación de la biblioteca de don Diego de Mendoza, caballero docto e ilustre. Más tarde, por orden del rey, se trajeron a El Escorial 183 volúmenes de la capilla real de Granada. En la biblioteca el visitante debe fijarse en los frescos del techo pintados por Tebaldi y buscar la figura de Euclides, un griego que sostiene una tabla con un extraño dibujo: las tres figuras herméticas superpuestas, es decir, las claves de los constructores de El Escorial.
Desde la Silla de Felipe II, una excavación en la roca granítica, el monarca seguía las obras del colosal y magnífico monasterio de El Escorial, idea original suya, durante el siglo XVI. ¿Realidad o leyenda? Investigaciones históricas han otorgado a este peculiar conjunto de plataformas escalonadas, asientos y otros elementos labrados sobre un canchal de granito a los pies de Las Machotas un origen prerromano o hasta incluso una recreación historicista del siglo XIX, según los gustos románticos de la época.
Una de las versiones más aceptadas concede a este canchal granítico un origen rupestre de origen vetón, una especie de altar celta levantado por esta tribu íbera dedicado al dios Marte indígena y sobre el que se llevaban a cabo sacrificios rituales, sobre todo de animales. Y que por tanto no fue construido en la Edad Moderna ni sirvió de mirador de las obras del monasterio. La remota y rasante panorámica que la mole de granito ofrece de El Escorial, así como otros indicios, refuerzan la hipótesis. Guarda muchas similitudes con los castros de la antigua Ulaca (Solosancho), El Raso (Candeleda, también en Ávila) o Panóias (Vila Real, Portugal)
La Gran Vía y el Rastro
La Gran Vía, la principal arteria de Madrid durante los comienzos del siglo XX, cantada en sainetes y zarzuelas, punto de reunión, lugar de paseo, centro comercial, escaparate de las clases pudientes y símbolo de la renovación arquitectónica del Madrid decimonónico, se ha convertido en una calle constantemente congestionada tanto por los automóviles como por los ríos de personas que a ciertas horas del día recorren sus aceras repletas de tiendas, cines, discotecas, bares, restaurantes, quioscos o librerías.
La historia de la Gran Vía comienza en abril de 1910, cuando Alfonso XIII, empuñando una piqueta de oro, dio comienzo a las obras de demolición de un buen número de casas y calles para abrir esta moderna arteria proyectada al estilo de París, ciudad que a principios del siglo XX marcaba la dinámica urbanística del resto de capitales europeas. Un siglo después, el vial conserva todo su esplendor e historia. La Gran Vía nace en la calle de Alcalá y muere en la Plaza de España.

Los domingos y festivos por la mañana, la madrileña plaza de Cascorro (donde se erige la estatua de Eloy Gozalo, un heroico soldado madrileño que en 1897 prendió fuego a las casas del pueblo cubano de Cascorro) es un hervidero de gente. Aquí casi todo se vende y se compra desde la Edad Media. Se trata de El Rastro, emplazado en pleno casco histórico de la capital de España, uno de los mercados más antiguos de la capital, que atrae no solo a los madrileños, sino también a los turistas.
Este popular y populoso mercadillo, convertido en uno de los símbolos de Madrid, se sitúa alrededor de la Ribera de Curtidores y abarca una gran manzana delimitada por las calles de Toledo, Embajadores y Ronda de Toledo, y se extiende en diversas rúas, entre ellas San Cayetano, Fray Ceferino González, Carlos Arniches, Mira el Río o las plazas de General Vara del Rey y de Campillo del Mundo Nuevo. Su eje central se encuentra en la propia cuesta de Ribera de Curtidores, llamada así en recuerdo del gremio de curtidores que durante siglos tuvieron en esta calle su lugar de trabajo.
Aquí se puso a la venta en mayo de 1931, tras proclamarse la República, una preciosa berlina de la infanta Isabel por 500 pesetas de la época. La calle de los Embajadores, por su parte, recibe su nombre de los numerosos diplomáticos que se refugiaron en este lugar, a las afueras de Madrid, durante la epidemia de peste en tiempos del monarca Juan II.
Alcalá de Henares, Aranjuez y Chinchón
Es la Complutum romana, la cuna de Cervantes. El premio literario más importante de la lengua castellana se entrega aquí, en una ciudad por cuyas calles todavía parecen caminar Quevedo, Lope y otros maestros del Siglo de Oro de la literatura española. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, Alcalá de Henares cuenta con uno de los legados histórico-culturales más importantes no solo de la Comunidad de Madrid, sino de toda España. La ciudad intelectual renacentista diseñada por el Cardenal Cisneros es puro arte, pura literatura.
Solo hay que acercarse hasta el colegio de San Ildefonso para entenderlo. Es su monumento más destacado, sede del Rectorado, construido en estilo mudéjar, primero en ladrillo, y después, en la época de Carlos I, en piedra por el arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón. Su fachada es plateresca, igual que la catedral del paraninfo de la Universidad, donde, cada año, tiene lugar la entrega del Premio Cervantes.
A la iglesia magistral, todo un símbolo en Alcalá de Henares, se accede dando un paseo por la calle Mayor, ahora peatonal. En torno a este templo se creó, durante la Edad Media, la ciudad, con otros muchos edificios de interés, como el Palacio Arzobispal, el Convento de la Madre de Dios, el Monasterio de las Bernardas y el Convento de San Bernardo.

Muchos personajes ilustres dejaron su huella en Alcalá. Para seguirlas, solo hay que visitar la Casa de la Entrevista, donde los Reyes Católicos recibieron a Colón para que les explicase su proyecto de viaje a las Indias, y la Casa de Cervantes, en la calle Mayor, que reconstruye una vivienda del siglo XVI. El espíritu del autor del Quijote lo impregna todo en Alcalá.
La excelsa villa madrileña de Aranjuez, famosa por su magnífico Palacio Real, sus jardines, por el trazado cuadricular de sus calles, sus huertas de fresas y espárragos, merece la pena visitarla no solo por estar considerado su paisaje Patrimonio de la Humanidad, sino también por la abundante historia que almacena cada uno de sus rincones. Considerado uno de los Reales Sitios de la Corona de España desde que el monarca Felipe II así lo nombrara en 1560, aquí tuvo lugar el llamado Motín de Aranjuez en 1808, y que terminó con la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII.
Ocho años antes se había firmado el Tratado de Aranjuez, por el que España se alió con Napoleón para unir sus fuerzas navales contra los ingleses. Pero el pacto fue aprovechado por el emperador francés para invadir con sus tropas nuestro país tres años después marcando el comienzo de la Guerra de la Independencia.
También aquí se planeó lo que debía ser la primera línea férrea española, Madrid-Aranjuez. Aunque antes de la inauguración de esta línea, en 1851, ya funcionaba la línea Barcelona-Mataró. Además, el municipio madrileño ha servido de inspiración al compositor valenciano Joaquín Rodrigo para su conocido Concierto de Aranjuez, considerada la composición musical española más escuchada en el mundo.
Sobre la cuenca del río Tajuña se hacina un pueblo peculiar cargado de historia. Se trata de Chinchón, a tan solo 45 kilómetros de la capital. Sus gentes y pasado, bravos y hospitalarios, combatieron con ardor las huestes francesas a principios del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia. Los invasores ajusticiaron a muchos de sus moradores, de quienes sobrevivió entre otros Francisco de Goya, que por aquel tiempo era vecino de la localidad.
Los restos más antiguos de Chinchón hallados en su entorno corresponden al Neolítico, y también conserva restos de un poblado celtíbero al que siguieron los romanos, los visigodos, musulmanes y cristianos. En 1480 los Reyes Católicos concedieron el señorío de la ciudad, declarada Conjunto Histórico Artístico, a los Marqueses de Moya. Casi 300 años después en la historia Felipe V le otorgó el título de “Muy Noble y Muy Leal” gracias a la lealtad que mantuvo hacia la casa de Borbón durante la Guerra de Sucesión.
La Residencia de Estudiantes
Está considerado como el primer centro cultural de España y uno de los mayores foros de intercambio de cultura y conocimiento artístico de la Europa de entreguerras. Escritores de la talla de Federico García Lorca, pintores del genio de Salvador Dalí, cineastas de la altura de Luis Buñuel o científicos de reputado prestigio como Severo Ochoa fueron solo algunos de los inquilinos de la Residencia de Estudiantes, lugar de renovadoras ideas procedentes de la Institución Libre de Enseñanza, que fue fundada en el siglo XIX por Francisco Giner de los Ríos.

El centro, nacido en 1910, se originó como un complemento intelectual a los estudios que se ofertaban en la universidad ajeno a cualquier ideología política, religiosa o moral. Y como espacio de recepción de las vanguardias internacionales reunió como visitantes asiduos y contertulios a las figuras más renombradas de la cultura española del pasado siglo. Junto a los anteriores, personajes como Manuel de Falla, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez o Rafael Alberti también intercambiaron aquí diálogos, creaciones y pensamientos.
El Retiro y el Parque de El Capricho
Uno de los parques más conocidos de Madrid es mucho más que uno de los grandes pulmones verdes de la capital de España. Privilegiado testigo del pasado, El Retiro nació y creció a tenor de los caprichos de los monarcas de turno. Hoy es un espacio que abarca las 108 hectáreas y que cuenta con un enorme patrimonio artístico y natural, de visita obligada pata todo viajero que arribe a la ciudad.
Las primeras noticias conocidas sobre el Parque de El Retiro datan de la época de los Reyes Católicos, quienes fundaron el Monasterio de los Jerónimos, cerca del cual había unos aposentos reales conocidos como ‘el Cuarto’. Pero no fue hasta el reinado de Felipe II, que arrancó en el año 1556, cuando se confirmó el uso de esta zona como lugar de retiro, y también de recogimiento religioso. De ahí su nombre.
Ya con Felipe IV en el trono, se decidió que el antiguo cuarto se convirtiese en una palacio para organizar fiestas. Los distintos reyes que le sucedieron fueron cambiando su aspecto y reformando el palacio del que únicamente se conserva el Casón del Buen Retiro, que hora forma parte del Museo del Prado. Felipe V, después de que el Alcázar fuese pasto de las llamas en 1734, decidió fijar en este palacio la sede oficial de la Corte mientras se construía el Palacio Real.
Por deseo de su hijo, Carlos III, se remodeló profundamente toda la zona cerrándola con verjas. Bajo su mandato se agregaron el Observatorio Astronómico y la Real Fábrica de Porcelana. Durante la invasión napoleónica, en la centuria siguiente, los franceses tomaron el palacio y los jardines, que acabaron destruidos.

El parque de El Capricho (siglo XVIII), localizado en el distrito de Barajas, en Madrid, fue una idea un tanto extravagante de la duquesa de Osuna, doña María Josefa Alfonso Pimentel, mujer culta y afrancesada a la que hedía el dinero. Además rivalizaba con la duquesa de Alba y andaba empeñada en legar a la posteridad su nombre ligado a una obra singular. La noble estaba considerada en su época como la mujer más inteligente y fue protectora de artistas, toreros e intelectuales.
A tal efecto, la aristócrata contrató a uno de los principales arquitectos franceses, Jean Baptiste Mulot, para que creara en ella un bello jardín. La obra quedó terminada en 1839. Tras la muerte de los duques pasó por diversas manos y sirvió para diversos usos, como cuartel de tropas napoleónicas, o del alto Estado Mayor del general Miaja durante su defensa de Madrid en plena Guerra Civil. Precisamente, de esta época de triste recuerdo permanece un entramado de búnkers que recorre el jardín.

Dónde dormir: Hotel Green Lope de Vega; Lope de Vega, 49; teléfono: 913600011.
Dónde comer: La Dorada; Calle Orense, 64; teléfono: 915702004.
Me encanta este blog, así que he dejado un regalito en el mío, en forma de premio Liebster…
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Netikerty del Blog Anden 27
Muchas gracias Netikerty! Es todo un honor. Ahora, a seguir la rueda…