La búsqueda de tesoros ha cautivado la imaginación de investigadores, escritores y lectores no solo por su valor material, sino también por su significado a lo largo de la historia. El afán por hacerse con un mineral, el oro, u otros de menor valor como la plata o diversas joyas ha provocado guerras, muertes y eterna codicia desde los albores de la humanidad.
El oro, desde tiempos inmemoriales, se ha utilizado para elaborar piezas ornamentales de indudable belleza que han conformado ajuares que, por fortuna, han sido rescatados y se exponen hoy día en diferentes museos para disfrute del viajero. Su maleabilidad, textura y escasez también ha permitido que el amarillo metal haya servido para acuñar la más valiosa de las monedas como medida de cambio entre humanos. Lugares con historia pone rumbo con destino a visitar algunos tesoros áureos y de orfebrería que se diseminan por territorio español.
Los tesoros en España
El tesoro de Guarrazar es el conjunto de orfebrería más importante que se conserva de la época goda en España. Desde 1943 se encuentra, en su mayor parte, en el Museo Arqueológico Nacional, si bien el Palacio Real de Madrid conserva la corona de lámina repujada de Teodosio y el Museo Nacional de la Edad Media de Cluny (París) alberga tres coronas, dos cruces de estructura laminar, una cadena y varios colgantes en los que se puede leer la leyenda ‘Recevintus Rex oferte’. Y la ciudad de Toledo nos brinda una réplica de varas piezas.

El tesoro, que recrea al viajero con un inacabable juego de luces, se puede datar en el siglo VII, durante los reinados de Suintila y Recesvinto. Fue donado en aquellos tiempos a varias iglesias toledanas, y tras la invasión musulmana las piezas fueron escondidas y así se mantuvieron durante varios siglos.
El tesoro de los godos
En 1858, las lluvias que azotaron la localidad toledana de Guadamur alumbraron estas piezas un par de labriegos y un joven campesino, ignorantes del valor real que podría alcanzar el tesoro, que sería vendido más tarde por el orfebre José Navarro al Gobierno francés. Devueltas las piezas a España en 1940, la principal pérdida que han sufrido en su azarosa existencia fue el robo de la corona de Suintila en 1921.
Lo que hoy queda del tesoro de Guarrazar es clave para descifrar no solo el arte español, sino europeo en general; y se compone de diez coronas (la más importante es la de Recesvinto) y ocho cruces votivas, concebidas para adornar los altares de las iglesias, de oro y pedrería.
Ofrece una visión integral de este arte en los talleres ibéricos y nos da una idea cabal sobre el dominio de la técnica de fabricación de hilos, revelando el conocimiento sobre las distintas aleaciones de oro y otras técnicas ornamentales de los joyeros visigodos.

La siguiente parada lleva al viajero hasta el Museo Arqueológico de Sevilla, donde se custodia el Tesoro del Carambolo. Formado por 21 piezas (16 placas rectangulares, dos pectorales o colgantes, un collar y dos brazaletes), se halló de forma casual en 1958, durante una reforma en el edificio de Tiro del Pichón en la localidad de Camas.
Tartessos y sus piezas doradas
Las piezas, que están datadas entre los siglos VII-VI a.C., fueron ocultadas dentro de una estructura oval, en la que además había abundantes huesos de animales y cerámica del tipo que se ha denominado «carambolo», lo que ha hecho pensar en un posible espacio de culto o destinado a algún ritual.
La interpretación más aceptada afirma que servían de exorno para un dignatario religioso o político, o quizás para dos, ya que aunque todos los elementos que componen el tesoro parecen haber salido de un mismo taller, se pueden identificar dos conjuntos en base a la decoración.
Una interpretación reciente propone la posible utilización de algunas piezas en el adorno de toros sagrados de época fenicia, basándose en paralelos arqueológicos y etnográficos. También se le vincula con la cultura de Tartessos que floreció en el suroeste peninsular del VII al VI a.C.
De vuelta al Museo Arqueológico Nacional el viajero podrá disfrutar de otro tesoro de apasionante historia. El Tesoro de Aliseda es un antiguo ajuar funerario de origen tartésico (siglo VII a.C.) hallado en la localidad cacereña que le da nombre (año 1920) y es posible que estuviera fabricado en Oriente. Es de oro y predomina la técnica de la filigrana y cincelado. Está compuesto por una diadema, un collar, un pendiente, una pulsera, dos anillos y un cinturón. Este tesoro era un ajuar funerario de una mujer relacionada con el rey.

Con rumbo a la localidad alicantina de Villena, el viajero se topa con la historia del Tesoro de Villena. Se encontró en 1963 una vasija enterrada a 20 centímetros de profundidad que contenía 60 piezas de oro, en total nueve kilos del preciado metal, y algunas de plata, hierro y ámbar: cuencos, brazaletes, recipientes, adornos… Un conjunto al que se le calculan 3.000 años de antigüedad, de plena Edad del Bronce europea.
En Villena destaca uno
Este magnífico conjunto de piezas resulta excepcional porque es el tesoro de vajilla áurea más importante hallado en España y el segundo de todo el continente, solo superado por el de las Tumbas Reales de Micenas (Grecia) Su hallazgo resultó casual, cuando apareció de repente entre las arenas de una obra que se llevaba a cabo en un solar de Villena.
El ajuar puedo pertenece a un rey o jerarca de la época ibera que lo ocultó bajo tierra por algún motivo que desconocemos en la actualidad. Quizá formaba parte del patrimonio de una rica familia, pudo tratarse de una dote femenina o la acumulación de oro de algún orfebre de la cultura argárica (Almería)
Algunos historiadores han puesto en duda que el Tesoro de Villena se corresponda con la Edad del Bronce. Señalan que las piezas forman un conjunto heterogéneo que pertenecen a diferentes épocas históricas: Bronce Tardío (1300-1000 a.C.), Bronce Final (1000-750 a.C.) y Hierro Antiguo (750-500 a.C.) Se puede admirar en el Museo Arqueológico de la propia Villena.
Los árabes y su legado
La presencia árabe en la Península Ibérica durante casi 800 años también dejó impronta en lo que respecta a tesoros y joyas ocultos ante el asedio de los cristianos por la reconquista de los territorios hispanos. Uno de los más sobresalientes es el Tesoro de Balansiya encontrado en Valencia, de más de 1.500 monedas árabes de plata y nueve de oro correspondientes al periodo califal de Abderramán III y acuñadas entre los años 1021 y 1036. Se puede visitar en el Museo de Historia de la ciudad. En Huesca, el Tesoro de Fosalé permitió sacar a la luz 500 monedas de oro.

Otro de los tesoros más conocidos que en la actualidad posee el Estado español es el procedente de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, más contemporáneo. El hundimiento de este barco tuvo lugar el 5 de octubre de 1804 frente a la costa portuguesa del Algarve, durante la Batalla del Cabo de Santa María que enfrentaba a la Armada inglesa con la española. La fragata iba cargada con oro, plata, telas de vicuña, quina y canela.
La aventura del ‘Odissey’
En 2007 este episodio histórico salió a la luz cuando la compañía de cazatesoros americana Odissey anunció su descubrimiento. Por su parte, el Gobierno español reclamaba sus derechos, por lo que se inició un largo proceso judicial que acabaría inclinándose del lado español.
El tesoro se expone en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática que se localiza en Cartagena (Murcia), aunque su recorrido itinerante por varias galerías de la Península Ibérica le ha llevado a permanecer de manera temporal en el Museo Arqueológico de Alicante (hasta el 20 de septiembre)
En el Museo Provincial de Zamora se expone uno de los tesoros de época celtibérica más importantes que existen en España. Se trata del ajuar de Arrabalde, localizado en el Castro de las Labradas. Está integrado por más de 50 piezas de oro y plata compuesto por una buena cantidad de fíbulas, torques, brazaletes, colgantes, pendientes, anillos, diademas o ceñidores cobijados en un gran vaso cerámico.
De entre los objetos destaca un brazalete espiraliforme de plata y una fíbula de oro del tipo anular hispánico, aparte de diversos objetos de cultura celtibérica, anterior a la prerrománica.

De tesoros tangibles y materiales pasamos a otros que se presuponen que existen o forman parte de la leyenda, pero no han sido hallados por el momento. Uno de los más curiosos es de Toloriu, un pequeño pueblo leridano de apenas 15 habitantes al que la tradición vincula con la posible existencia del mítico Tesoro de Moctezuma (soberano del Imperio Azteca); una leyenda sustentada en la supuesta boda que hace más de 500 años emparejó a la princesa azteca María ‘Xipaguazin’ Moctezuma con Juan de Grau, barón de Toloriu.
Nostradamus y sus tesoros
Algunos historiadores sitúan la localidad tarraconense de Falset como uno de los dos lugares que albergarían los conocidos como Tesoros de Nostradamus. El 20 de enero de 1562 el visionario le envió una carta a Dominique Sain-Ètienne y Jammot Paton, dos aventureros de Toulouse que estaban en España buscando tesoros. En esta misiva habla de dos tesoros, uno que se localizaría en ‘Falsez’ (la actual Falset) del que no da muchos datos, y otro del que sí proporciona una detallada información, que se situaría sobre la llanura de la Sierra de Palomera, en la comarca de Calamocha (Aragón) Por el momento siguen siendo un misterio.
El viajero interesado por estas y otras apasionantes aventuras tiene en el ensayo de Javier Martínez-Pinna, Grandes tesoros ocultos, una completa guía para descubrir la auténtica historia de los grandes tesoros piratas, las fortunas de Atila el huno, Moctezuma o Gengis Khan. Un fascinante recorrido por los mayores enigmas del pasado, desde el Dorado precolombino y el oro templario hasta los túneles secretos de la Segunda Guerra Mundial.

Dónde dormir: Hotel Restaurante Salvadora; Avenida de la Constitución, 102; 03400 Villena (Alicante); teléfono: 965800950.
Dónde comer: Restaurante Ignacio Vidal; Calle Progreso, 27; 41013 Sevilla; teléfono: 954616496.