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Corría el año 1934 allá por los Pirineos catalanes, y más en concreto por la zona conocida como el Alt Urgell, cuando los lugareños se extrañaron ante la presencia de dos forasteros, cuyos motivos para visitar esas montañas eran para todos desconocidos. Provenían de Alemania y se presentaron como dos supuestos ingenieros del ejército alemán.

Su deseo era comprar propiedades en una zona muy concreta: en el triángulo formado por los pueblos de Toloríu, El Querforadat y Béixec. Su prioridad era adquirir tierras por donde discurría un sendero que conectaba los dos últimos pueblos. En el camino, en pleno monte, existía una solitaria masía en ruinas conocida como Casa Vima. Este era su objetivo. La compraron y comenzaron a rastrear por el terreno. Buscaban un tesoro.

El Tesoro de Moctezuma

Pero, ¿qué tesoro se suponía que era ese? Para entender la clave de toda esta historia hay que retroceder 500 años, a la época en la que España todavía no estaba unificada y la Corona de Castilla se afanaba en colonizar el Nuevo Mundo. A los tiempos del conquistador Hernán Cortés.

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Panorámica del pueblo de Toloríu.

Con la conquista del Imperio Azteca y ante su lecho de muerte, el emperador Moctezuma le hizo prometer a Cortés que se encargaría de la custodia de sus tres hijos: Tohualicahualtzin, Telicuatzin y Xipaguazin, cuyos nombres cristianizados eran Pedro, Isabel y María. Y se los llevaría a España.

Con un barco repleto de oro azteca, los españoles regresaron a su país. Durante tan largo viaje nació una historia de amor. El capitán Joan de Grau, barón de Toloríu, vio crecer a la pequeña princesa Xipaguazin y ambos se encapricharon.

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Al llegar a España, el hijo mayor de Moctezuma, Pedro (Tohualicahualtzin) permaneció en el reino de Castilla. Isabel, la menor, se casó con Pere de Grau (primo de Joan) La herencia y posibles derechos como descendiente del emperador azteca cayeron entonces en la princesa María.

Grau y María se fueron a vivir al castillo de Toloríu. Una vez instalados en el Alt Urgell, pareció apagarse la llama entre ambos. La vida de Xipaguazin fue tan desdichada en la fortaleza que Grau accedió a construirle una masía a unos tres kilómetros de Toloríu en plena montaña. Aquí vivió hasta su muerte en 1537.

La partida de defunción atestiguaba que María fue enterrada bajo el altar mayor de la iglesia de Sant Jaume, e incluía que fue sepultada “con las pertenencias que, de acuerdo con la tradición azteca, son de rigor”.

Aquello dio pie a rumores y leyendas sobre el tesoro perdido de Moctezuma en el Alt Urgell. A día de hoy la búsqueda del posible tesoro sigue abierta porque por el momento no ha aparecido nada.

La búsqueda del supuesto tesoro de Moctezuma lleva al viajero a Toloríu, un pueblo de atmósfera medieval que apenas cuenta con 30 habitantes. Un paseo por tan entrañable lugar le conduce a la citada iglesia de Sant Jaume (siglo XVI), cuyo tejado se hundió en la Guerra Civil y en ocasiones se utiliza para actos culturales.

La provincia de Lérida aguarda fabulosas historias desarrolladas en su territorio. Como la de la huida de 2.000 judíos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, que se puede recrear como ruta. Aparte, el viajero puede disfrutar de excelentes paisajes y monumentos, como las iglesias románicas del Valle de Bohí que están consideradas Patrimonio de la Humanidad. También resulta recomendable visitar la Seo de Urgell o la Seu Vella en la capital leridana.

Más información en el artículo que escribí para Historias de la Historia.

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Dónde dormir y comer: Hostería Toloriu 1848; Major, 8; 25723 Toloriu (Lérida); teléfono: 689504808.


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