Sapos, culebras, pócimas y escobas voladoras. El municipio aragonés de Trasmoz va ligado a un pasado de brujas y aquelarres en torno a la omnipotente presencia de su castillo, que la leyenda cita como lugar de reunión de estas famosas protagonistas de la Edad Media que fueron perseguidas por la Inquisición.
El halo de misterio y hechizo que envuelve a Trasmoz llamó incluso la atención del insigne literato Gustavo Adolfo Bécquer, quien dedicó al municipio y a su castillo tres cartas de su obra Desde mi celda, que escribió durante su estancia en el cercano Monasterio de Veruela.
Trasmoz, que pertenece a la comarca de Tarazona, debe buena parte de su fama a su legendario castillo, cuyas partes más antiguas, torre central y aljibes, datan del siglo XII, al que se añadieron los recintos exteriores en el siglo XIII. Desafiante al paso del tiempo permanece pétrea y rocosa una fortaleza desde cuya torre del homenaje se divisa una hermosa panorámica de todo el valle. Precisamente en ella se ha instalado el Museo del Castillo de Trasmoz, que alberga objetos encontrados en las excavaciones realizadas en su entorno.

La posición fronteriza de la fortaleza le hizo ser objeto de disputas entre los reinos de Navarra y Aragón, siendo recuperado para la última corona por el rey Alfonso II. En el siglo XV fue cabeza del Señorío de Trasmoz, que dominaba toda la comarca. Con el fin de la Reconquista y la unión de Castilla y Aragón, el castillo perdió su importancia estratégica, dejándose en abandono y estado de ruina en el siglo XVI.
Bécquer dejó para la posteridad las hermosas cartas dedicadas a las brujas de Trasmoz, la Casca, la Galga y la Dorotea. El poeta romántico pudo pasearse por las calles de la localidad donde quedó prendado de su magia. Existían por aquellos tiempos curanderas, mujeres que gracias a sus conocimientos de plantas, sanaban a la gente. Les temían porque tenían el poder de curar y por ello las calificaban de brujas.

De aquellas tres populares brujas se decía que sacrificaban a niños recién nacidos para prolongar su jovialidad y retrasar su envejecimiento, o que disfrutaban provocando tormentas, esterilizando jóvenes parejas o anegando los campos de langostas. La imaginación popular no tenía límites.
En la noche de Todos los Santos los vecinos de Trasmoz han recuperado una vieja tradición, ‘la luz de las ánimas’, una procesión donde niños y mayores portan calabazas con velas encendidas y recorren el camino entre la iglesia y el cementerio para guiar las almas de los difuntos y no propiciar su olvido.
Una de las visitas que el viajero amante de la historia no debe perderse es la del museo que la localidad dedica a la brujería y a las supersticiones, que seguro no le dejará indiferente. Su ubicación no es casual. El antiguo horno de pan, quizás el mismo que la bruja Dorotea utilizaba para hacer el pan de los pobres, alberga en su piso inferior la visión más realista de las brujas. La superior nos cuenta la leyenda y la magia de estas mujeres.

Otro punto de interés de Trasmoz es la iglesia parroquial de la Virgen de la Huerta, que fue construida a mediados del siglo XVI y es obra de estilo gótico renacentista, aunque todavía conserva el crismón románico en la entrada principal. Su callejero cuenta con una calle denominada ‘Gol de Nayim’, en recuerdo del fabuloso gol marcado por este jugador ceutí, que le sirvió al Real Zaragoza para alzarse con el título de la Recopa del año 1995.
https://www.lugaresconhistoria.com/o-cebreiro-lugo
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Dónde dormir: Hotel Brujas de Bécquer; Calle de Teresa Cajal, 24; Tarazona (Zaragoza); teléfono: 976640404.
Dónde comer: Restaurante Saboya 21; Calle Marrodán, 34; Tarazona (Zaragoza); teléfono: 976643515.