Levantado en la margen derecha del río Guadiana, apenas lo separan siete kilómetros de la necrópolis tartésica de Medellín con la que, sin embargo, no posee contacto visual al interponerse la sierra de Yelbes. Se trata del túmulo de las Casas del Turuñuelo (en el municipio de Guareña, Badajoz), de grandes dimensiones, que alcanza las dos hectáreas de extensión. Se ubica en un paisaje llano de vega completamente rodeado por tierras de regadío y cuenta con un buen estado de conservación. Tiene unos 2.500 años de antigüedad.
Según Sebastián Celestino, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que trabaja en la zona, el Turuñuelo se pobló al final de la época tartésica, en el siglo V antes de Cristo. El núcleo central estaba en el Guadalquivir y Huelva, pero después de una crisis económica en el siglo VI a.C. hubo un gran movimiento de población hacia el interior. Y esa gente que se instaló en la zona del Guadiana construyó enormes edificios como este y el de Cancho Roano.
Las dimensiones que alcanzan los restos encontrados en el yacimiento del Turuñuelo llaman poderosamente la atención: los muros alcanzan en algunos puntos hasta los tres metros de altura y conservan casi intactos los encalados y las pizarras que los cubrían y decoraban.
Un edificio monumental
Por el momento se ha logrado excavar por completo una de las estancias de 70 metros cuadrados que ha permitido hallar significativos elementos, como un gran banco corrido adosado al muro norte, así como un altar en forma de piel de toro extendida o la presencia de una parrilla y un caldero de bronce, que hacen suponer su vinculación con actividades culturales.
A estos hallazgos se unen las placas de marfil de una caja de madera decoradas con dos leones, barcos y peces; un volumen destacado de hierros procedentes de los herrajes de la puerta; una gran cantidad de bronces pertenecientes a jarros, braserillos y asadores o dos esterillas trenzadas de esparto. A la estancia se accedía por una puerta monumental de 1,70 metros de luz compuesta por tres escalones y flanqueada por dos pilares cuadrangulares que aún conservan parte de su decoración.

Pero lo que más ha llamado la atención de los arqueólogos ha sido el reciente hallazgo de una escalinata de diez escalones de dos metros de largo por 40 centímetros de ancho y unos 20 de grueso, hechos de granito y cubiertos con pizarra, cuidadosamente unidos con algo parecido al cemento. El hallazgo es tres veces mayor que el yacimiento de Cancho Roano y lo que sorprende es su impresionante estado de conservación. Apunta a una insólita construcción de dos plantas.
Sorprende la arquitectura
A los expertos les choca que la edificación está construida con unas técnicas y unos materiales que se pensaba que no se habían utilizado en todo el Mediterráneo occidental hasta mucho tiempo después. Los escalones están fijados con una especie de mortero de cal y granito machacado (el opus caementicium romano), un siglo antes de que apareciera el primer material de estas características. El edificio tiene características de palacio, pero también de gran monumento funerario.
Una de las últimas novedades que ha deparado la excavación son los huesos hallados de una persona adulta, probablemente un hombre de en torno a 1,67 metros de altura, que proporcionarán ADN para seguir investigando. Estos restos se han descubierto en una estancia distinta del patio en el que han aparecido medio centenar de caballos y otros animales sacrificados, creen los investigadores, es una especie de ritual.
Tapiado e incendiado
La mayor parte de las construcciones de aquella época del valle del Guadiana fueron destruidas por sus propios moradores hacia finales del siglo V, o principios del IV, ante el acoso hostigante de las tribus celtíberas del norte peninsular. La del Turuñuelo no fue una excepción. Fue incendiada y después sepultada bajo arcillas sacadas del río Guadiana, que ha servido de marco protector. De ahí su excelente estado de conservación.
El Turuñuelo es uno de los yacimientos mejor conservados de la cultura tartésica. Apenas se ha excavado un 10% de su superficie, por lo que seguro que en el futuro nos deparará nuevos y reveladores hallazgos que quizás puedan cambiar el curso de la historia que conocemos hoy día.

Este espectacular hito arqueológico de nuestro país ocupa un espacio importante en el libro El Enigma Tartessos, de Javier Ramos y Javier Martínez Pinna (Editorial Actas) Un viaje al pasado por los misterios que envuelven a la cultura tartésica y a los lugares que formaron parte de su territorio.
Guareña y su pasado
De vuelta al presente, el viajero que ha quedado prendado de este conjunto arqueológico tiene la oportunidad de acercarse hasta la vecina localidad de Guareña para conocer los encantos patrimoniales que conserva y pone a su disposición. Esta es la patria del poeta y dramaturgo Luis Chamizo Trigueros, que utilizó el habla de su localidad natal en sus poesías populares y que se ha convertido en uno de los atributos más reconocidos por sus paisanos.
Guareña es uno de los mejores exponentes de la Baja Extremadura. Su rico pasado se adivina fácilmente cuando el viajero contemple las magníficas casonas de ricos labradores que aún permanecen. Destaca el Ayuntamiento, de diseño clasicista y erigido enteramente en sillería de granito en el siglo XVIII. Monumental también resulta su iglesia renacentista en la que trabajó el propio Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial.

Dónde dormir: Hostal Restaurante Kavanna; 06893 San Pedro de Mérida, (Badajoz); teléfono: 924325022.
-Hostal Fuente de la Magdalena; Plaza España, 20; 06410 Santa Amalia (Badajoz); teléfono: 605492652.
Dónde comer: El Coto; Ctra. Don Benito, S/N; 06470 Guareña, Badajoz; teléfono: 924351441.
-Milenio; Calle San Gines, 19; 06470 Guareña, Badajoz; teléfono:924351613.