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San Martín de Valdeiglesias, a 75 kilómetros de la capital, es una de las localidades con más historia de Madrid. En la conjunción de la M-501 y la N-403 que lleva a Toledo, junto a los embalses de San Juan y Picadas, emerge un municipio cuya fundación atribuye la leyenda al príncipe Teodomiro. Aunque algunas fuentes apuntan a los mozárabes. Los Reyes Católicos cedieron el señorío de Valdeiglesias a Pedro Chacón, y Carlos V lo entregó al duque del Infantado por los servicios prestados durante la guerra de las Comunidades.

Si este interesante recorrido histórico no resulta de suficiente interés para el viajero, otro reclamo de obligada visita llamará su atención en San Martín de Valdeiglesias: El Bosque Encantado, un jardín botánico peculiar, único en Europa. En este singular espacio recomendable para toda la familia, la naturaleza cobra vida propia. No hay más que ver la sucesión de habitantes que lo moran: criaturas mitológicas, animales salvajes, personajes de cuento, protagonistas de nuestra historia,… todos ellos confeccionados a base de plantas y arbustos en más de 32.000 metros cuadrados.

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Blancanieves es uno de los personajes vegetales que pueden encontrarse en el Bosque Encantado.

Es como si Eduardo Manostijeras, el entrañable personaje cinematográfico que interpretó Johnny Deep, hubiera traspasado las pantallas del séptimo arte para aterrizar aquí y componer su obra maestra. En total, más de 300 esculturas se diseminan por El Bosque Encantado, un lugar que aúna fantasía e imaginación. A largo del recorrido por este singular jardín, el viajero se topará con personajes como los Beatles, el Quijote, la Cenicienta, Blancanieves, Caperucita, dragones, centauros… Más de 1.000 especies vegetales de todo el planeta dan forma a este notable elenco de figuras vegetales de lo más variopinto.

El inmenso vergel se distribuye en varias áreas temáticas para facilitar el paseo del viajero. Cada una de las sendas comparte temática. Se puede completar la ruta de la Prehistoria, en la que se diseminan esculturas de dinosaurios; la del arte, en la que destaca un pianista; o la de los seres mitológicos. Las esculturas, a tamaño real, son verdaderas composiciones de arte topiario; ocho especialistas se encargan de cuidar las piezas cada semana.

Un jardín de las características de El Bosque Encantado no sería lo mismo sin sus característicos laberintos, cuyas intrincadas calles y recovecos hacen las delicias de los más pequeños. El jardín botánico reúne, además, otros espacios de interés para visitar como zonas de cactus (hay más de dos centenares), bonsáis (más de 100) o plantas aromáticas, así como un pequeño río y hasta una cascada natural. Si el paseo resulta agotador, ya que hay mucho interesante que ver, el viajero podrá descansar en algunos de los merenderos y áreas de asueto que se distribuyen por el jardín. Resulta de gran interés conocer que el visitante puede llevarse la comida y hasta su perro.

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La sorpresa es una fiel aliada en El Bosque Encantado. El viajero que deambule por el parque ni se imagina lo que va descubriendo a cada paso que da, acompañado de una música tenue que hace más atractivo el paseo. El detalle importa, por lo que se debe prestar atención para no perderse nada. Como por ejemplo una de las pocas cascadas naturales de la Sierra Oeste madrileña, la cascada Barbellido, ubicada en uno de los rincones de este parque temático vegetal. O bien el nacimiento del arroyo Las Casetas.

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La Cenicienta en su carroza es otro de los personajes que aparecen en el jardín.

El viajero que tenga pensado visitar El Bosque Encantado y busque alojamiento por los alrededores, debe saber que a unos escasos ocho minutos del jardín puede pernoctar en unos pequeños chalés a la orilla del embalse de San Juan. Podrá también asistir a una senda nocturna por el bosque con linternas de colores en una experiencia sensorial, única, que hay que aprovechar.

Por fortuna, El Bosque Encantado no es el único jardín de interés que el viajero puede visitar en la región madrileña. En la propia capital, dos son los pulmones verdes que requieren una obligada visita no exenta de historia: los vergeles de El Retiro y El Capricho. El primero es un privilegiado testigo del pasado que nació y creció a tenor de los caprichos de los monarcas de turno. Por su parte, El Capricho sirvió como cuartel de tropas napoleónicas, o del alto Estado Mayor durante la defensa de Madrid en plena Guerra Civil.

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Dónde dormir: Hotel rural Álvaro de Luna; Calle General Martinez Benito, 42; 28680 San Martín de Valdeiglesia (Madrid); teléfono: 687417666.

Dónde comer: Marcus Pizza; Calle Gral. Martinez Benito, 14; 28680 San Martín de Valdeiglesias (Madrid); teléfono: 918610235.

 


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