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Uno de los paisajes más emblemáticos de Castilla La Mancha corresponde al valle de Alcudia y sierra Madrona, paso y estancia de los pastores trashumantes que iban o venían de Castilla a Sierra Morena por la Cañada Real Soriana. En el antiguo Fahs al Ballut árabe sitúan algunos autores el episodio del conflicto de Don Quijote con un rebaño de ovejas y los cantazos de los pastores honderos.

El histórico Camino Real de la Plata que une Madrid, Toledo, Córdoba y Sevilla también surca el valle de Alcudia, lo que ha concedido a su paraje una personalidad itinerante, donde las ventas y sus cientos de caminos y sendas han sido escenarios por los que soldados, granjeros, comerciantes o viajeros han presentido el ritmo apresado entre Castilla y Andalucía.

La Cañada Real Soriana, de 75 metros de ancho, proveniente de Yanguas, sigue siendo paso de ganado, donde los animales siguen abrevando en ancestrales piletas de piedra que son antiguos sarcófagos que contuvieron huesos de los primeros moradores de esta tierra.

El valle de Alcudia, cielos serenos en los que no es raro descubrir la silueta de avutardas, águilas imperiales o buitres negros, es agrícola además de ganadero y mantiene tanto pueblos vivos como ruinas y despoblados arqueológicos para dar continuidad a la historia.

La amplitud de la vista del valle ofrece las pinceladas de un muestrario de impresionante riqueza natural en sus más de 200.000 hectáreas, con alrededor de 100 kilómetros de longitud y una media de 11 de anchura.

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Si el viajero lo visita en primavera le sorprenderá la verde intensidad de su vegetación, la abundancia de humildes flores blancas y amarillas, la viveza de las aguas que por doquier corren en arroyos y riachuelos, las lagunillas y abrevaderos para las ovejas.

Por los caminos encontrará chozos de pastores, descansaderos, majadas, puertos reales, mojones, ermitas, casas de esquileo, lavaderos de lana, quinterías, ventas y otros elementos que remiten al tiempo dorado de la Mesta.

Esa cultura pastoril se refleja también en la gastronomía basada en la harina y el cordero, sin desprecio del cerdo. Quedan todavía pastores que saben tocar la tradicional chirimía (un instrumento de madera, de tubo ligeramente cónico y doble lengüeta, parecido a la dulzaina)

Puertollano es la puerta de entrada al valle. Antigua ciudad minera reconvertida por la impresionante refinería de sus afueras, Puertollano surgió sobre una pequeña colina que servía de paso natural a las calzadas romanas secundarias. La visita a esta ciudad reporta interés para contemplar buenos ejemplos de arquitectura industrial de finales del siglo XIX y principios del XX, como las minas la Extranjera, Elorza o de San Esteban. En el cerro de Santa Ana se alza el monumentos al Minero.

En el término de Almodóvar del Campo es cosa de ver la milenaria encina ‘de las mil ovejas’: 13,50 metros de altura, 33 metros de anchura de copa que sombrea una superficie de 803 metros cuadrados, suficiente para cobijar a un millar de ovejas. A este pueblo se llega por la N-420, cuyos orígenes se remontan a la época romana como demuestran numerosos hallazgos en el término municipal.

Del periodo Paleolítico se han descubierto restos de interés en la laguna de Retamar y algunas pinturas rupestres en la cueva de la Venta de Inés. Alfonso VII el Emperador la conquistó y la puso bajo la tutea de la Orden de Calatrava. Durante la Edad Media alcanzó su máximo esplendor gracias a las ferias que se celebraban y a los rebaños de la Mesta que pastaban en las dehesas del valle de Alcudia.

Le merece al viajero visitar aquí la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XVI), la ermita de la Trinidad (siglo XVII), la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (siglo XVI), la ermita del Calvario (siglo XVIII), la ermita de San José (siglo XIX), la ermita de San Antón y la ermita de Santa Brígida. Otros lugares que no desmerecen son el Ayuntamiento, neoclásico, el teatro y la casa de Juan de Ávila, natural de Almodóvar del Campo.

Pocos vestigios representan el valle de Alcudia como la Venta de la Inés, antigua Venta del Alcalde, reflejada en la obra Rinconete y Cortadillo. Este lugar es uno de puntos de  mayor interés de Almodóvar del Campo. Su proyección internacional se la debe a la literatura, a la cervantina más concretamente.

Debe su nombre actual a su propietaria en 1761 Inés Ruíz Castellanos. Cuenta con un conjunto de edificaciones: cuadras, cocina exterior, la venta propiamente dicha y cochera, que se alinean en la margen del Camino Real de Toledo a Andalucía, o Camino Real de la Plata, al pie del collado que sirve para cruzar la Sierra de la Umbría de Alcudia.

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Una de las numerosas ventas que se localizan en el valle de Alcudia.

Mientras, la Venta del Zarzoso, una posada de trashumancia situada junto a la Cañada Real Segoviana, ha llegado a convertirse en museo etnológico, pero no faltan albergues para el viajero aficionado por la historia quiera pasar unos días en tranquilidad, paz y buenos alimentos. De nombre bajomedieval, la Venta del Zarzoso ha llegado intacta hasta la actualidad, aunque ha sufrido unas cuantas reformas.

Por un pequeño camino de tierra se llega a la aldea de La Bienvenida, que cobija las ruinas de Sisapo, antiguo municipium de la Oretania prerromana. Al parecer fue un lugar residencial creado por la cercanía de las minas de Almadén.

En Sisapo vivían las clases dirigentes, que controlaban uno de los yacimientos de cinabrio más importantes del Imperio Romano. La Casa de las Columnas Rojas es su composición más llamativa, pero también han sido hallados cantidad de mosaicos. Se trata de un testimonio clave de la historia del Imperio Romano en la Península Ibérica.

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Dónde dormir: Casa Rural Don Tello; Calle Misericordia, 3; 13580 Almodóvar del Campo (Ciudad Real); teléfono: 691665380.

Dónde comer: La Madre del Cordero; Calle de las Cruces, 17; 13500 Puertollano (Ciudad Real); teléfono: 926426100.

valle Alcudia


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